jueves, 18 de septiembre de 2014

Capitulo 91

Mientras Pedro la observaba con ojos
aún llenos de preocupación, ella se
dio prisa en comer; quería pasar
todo el tiempo que pudiera
explorando la ciudad. Con solo un día
en París era imposible verlo todo,
pero aprovecharía al máximo y se
quedaría con todo lo que pudiera y le
diera tiempo a ver.

Cuando terminó, se vistió y se sujetó
el pelo nuevamente con una pinza. Ni
siquiera se molestó con el maquillaje.
Se había traído su par de vaqueros
preferidos, y ahora daba las gracias
por ello.

—Hace frío esta mañana. ¿Has traído
algo calentito que ponerte? —le
preguntó Pedro.
Estaba apoyado contra el marco de la
puerta del cuarto de baño,
observándola mientras se ponía los
pantalones.
—Siempre podemos ir a comprar lo
que necesites. No quiero que estés
incómoda.

Paula sonrió.
—Tengo un jersey. Y si andamos
mucho eso será más que suficiente.

El aire salió de los pulmones de Pedro
con una rápida y sonora exhalación.
—Dios, eres preciosa cuando sonríes.

Paula, sorprendida por el
cumplido y por la absoluta sinceridad
que mostraba su voz, sonrió de oreja
a oreja y apartó la mirada con
timidez.

Tras ponerse los calcetines y calzarse
las zapatillas deportivas, sacó el
jersey de botones y se lo puso
también, dejándolo abierto por
delante.
Pedro ya estaba vestido y preparado,
así que descendieron hasta llegar al
vestíbulo del hotel, donde él
cogió un mapa de París y se pasó un
rato hablando con el portero.

Salieron del hotel y seguidamente
Paula cogió aire ante el día tan
bonito que se presentaba. Había una
frescura en el aire que
inmediatamente la despejó. No podría
haber pedido un día mejor para
hacer turismo por París. El cielo
brillaba de un azul intenso sin una
nube que lo arruinara.

Tras recorrer una primera manzana, se estremeció cuando un
viento frío sopló con fuerza por la
calle. Pedro frunció el ceño y, a
continuación, se alejó para dirigirse a
uno de los vendedores que estaban
instalados en la acera.

Escogió una bufanda de colores vivos,
le dio unos cuantos euros al hombre
y luego volvió a donde Paula
estaba esperándolo. Le rodeó el
cuello con la bufanda y se aseguró de
que las orejas estuvieran también
tapadas por el cálido material.
—¿Mejor? —le preguntó.
Ella sonrió.

—Perfecta.
Él la pegó a su costado y la mantuvo
ahí abrazada contra su cuerpo
mientras seguían andando. Paula
respiró profundamente varias veces
para deleitarse en la impresionante
belleza de la ciudad. Se detuvo con
cierta frecuencia para mirar los
escaparates o para ojear los puestos
que los vendedores tenían colocados
en las calles.

Mientras tanto, Pedro
fue paciente y atento. Si Paula
veía algo que le gustaba, él
rápidamente se lo compraba. Y como
resultado, ahora llevaban varias
bolsas en las manos.

La vista desde la Torre Eiffel era
magnífica. Se quedaron
contemplando la ciudad de París
desde arriba del todo con el viento
despeinándola y tirando de las puntas
de la bufanda.

En un impulso, Paula se puso de
puntillas y le dio un beso a Pedro en
los labios. A este los ojos se le
oscurecieron ante la sorpresa y por
una sensación que parecía ser de
alivio.

Cuando volvió a posar los talones en
el suelo, ella sonrió con pesar.
—Siempre había sido uno de mis
sueños recibir un beso en la cima de
la Torre Eiffel.

—Entonces hagámoslo en condiciones
—le dijo con brusquedad.
Soltó las bolsas que tenía en la mano
y la estrechó entre sus brazos. Le
levantó la barbilla con las manos para
que su boca estuviera perfectamente
al alcance de la suya, y entonces
deslizó los labios suavemente sobre
los suyos. La lengua la tanteó
ligeramente, persuadiéndola para que
abriera la boca y lo dejara avanzar.

Paula suspiró y cerró los ojos
para empaparse en cada segundo de
la experiencia. Aquí, en una de las
ciudades más románticas del mundo,
estaba haciendo realidad su sueño de
adolescente. ¿Qué mujer no querría
que la besaran en lo alto de la Torre
Eiffel?

El resto del día siguió cumpliendo sus
fantasías más románticas.
Contemplaron las vistas, se rieron,
sonrieron y se dejaron llevar por las
maravillas de la ciudad. Pedro fue
muy tierno con ella y le consentía
cualquier cosa sin parar.

Llegó a un punto que tuvo que llamar
a un chófer para que se llevara las
bolsas de vuelta al hotel porque ellos
ya no podían con tantas.
Cuando el día llegó a su fin, la
llevó a un restaurante con vistas al
río Sena. El crepúsculo había
descendido y todas las luces de las
farolas parpadeaban y brillaban en el
horizonte. Estaba cansada por estar
todo el día caminando, pero no
habría podido ser más perfecto.

Mientras estaban esperando los
entrantes, Pedro alargó la mano por
debajo de la mesa y le puso los pies
en su regazo. Desabrochó los
cordones de sus zapatillas, se los
quitó y comenzó a masajear cada pie.
Ella gimió de total y completo placer
cuando hundió los dedos
contra sus empeines y le acarició las
plantas.

—Cogeremos un taxi hasta el hotel —
le informó Pedro—. Ya has caminado
bastante por hoy. Te van a doler los
pies mañana.

—Ya me duelen —dijo con pesar—.
Pero ha sido el día más maravilloso
de mi vida. Nunca te podré
agradecer lo suficiente.

Él se puso serio al instante.
—No necesitas darme las gracias,
Pau. Haría casi cualquier cosa
por hacerte sonreír.

Su mirada era seria, llena de
determinación. Todas las veces que la
había mirado a lo largo del día, había
visto una dulzura que le encogió un
poquito el corazón. Era casi como si
se preocupara por ella más que si
solo fuera un juguete sexual.

La comida llegó y Paula le hincó
el diente encantada a pesar de haber
estado picoteando deliciosos dulces,
panes y quesos durante todo el día.
Ralentizó el ritmo cuando estaba
acabando.

Al haber sido un día tan
maravilloso, Paula  sabía que
cuando volvieran al hotel llegaría la
hora de enfrentarse al asunto que
ambos habían estado evitando.

Ella no tenía ninguna prisa en acabar
el día. Sería un recuerdo que tendría
para toda la vida. Pasara lo que
pasase en el futuro,  nunca
iba a olvidar el tiempo que había
pasado con Pedro en París.

Cuando llegó la hora de irse, la
cogió de la mano, entrelazó los dedos
con los de ella y salieron a la terraza
que daba al río, donde había un
barco-restaurante con gente cenando,
con sus luces titilando de forma
alegre.

Era una noche preciosa. Fresquita.
Mensajera del invierno que estaba
por llegar.

Sobre sus cabezas, una luna llena se
estaba alzando apenas por el
horizonte. Paula suspiró y se
embebió de las vistas, los barcos, las
parejas caminando por el paseo que
iba en paralelo al río… Sí, había sido
un día perfecto, y también una noche
perfecta.

Pedro la atrajo hasta su pecho y la
rodeó con el brazo para mantenerla
caliente mientras observaban toda la
actividad que acontecía en el río. La
besó en la sien y luego le colocó la
cabeza justo bajo su barbilla.

A Paula un dolor que no parecía
querer írsele comenzó a palpitarle en
el pecho. Ojalá las cosas fueran así
entre ellos todo el tiempo. Eran
esperanzas —un sueño— que no
parecían remitir. Cerró los ojos y
saboreó el momento; la cercanía de
Pedro y su contacto.

Él parecía estar igual de reacio que
ella a que la velada terminara. Le
cogió la mano con la suya y la guio
hacia la parada de taxis que se
encontraba un poco más abajo en la
calle. Unos pocos minutos más tarde,
los dos se encontraban de camino de
vuelta al hotel.

De vuelta a una realidad que los
estaba aguardando a ambos.

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¿sera el fin de su relación? Que opinan?
Comenten mucho!
Gracias x leer!
Soy @letipauliter

8 comentarios:

  1. Buenisimos los capítulos! Pobresita Pau! Y aunque no me gusto la actitud de Pedro anteriormente no quiero que termine la relación! Besitos
    @pepepauoli

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  2. Espectaculares los 4 caps!!!! Quiero maratón mañana, no vendría mal q lo deje y que él sufra un poquito. Es muy déspota con Pau.

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  3. Pobre pau...si se banco esto es una santa...el se fue a la m... mimiroxb

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  4. Me encantaron los caps! Espero q no terminen la relación, pero si no me gustó para nada la actitud de Pepe... espero los prox caps! @GraciasxTodoPYP

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  5. Aunque me gustaría q lo deje y lo haga sufrir.... no quiero q terminen !! Fue horrendo lo de los tipos

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  6. Este blog ha sido eliminado por un administrador de blog.

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