lunes, 15 de septiembre de 2014

Capitulo 78

—Dale las gracias a Gonza por
investigar a Brandon por mí —le dijo
Caroline mientras las dos se dirigían
en taxi hasta Vibe—. Ha sido muy
amable por su parte. Me siento
supermal por haberte dejado que
hicieras esto por mí, pero tras lo
ocurrido con Ted… tengo esta
sensación tan horrible y enfermiza
cada vez que miro a un tío con
interés, ¿sabes?

Paula alargó la mano para
apretar la de su amiga.
—Irá a mejor, cariño. Pero, bueno,
según todo lo que ha dicho Gonzalo,
Brandon parece ser un chico
trabajador y honrado. Y lo más
importante, está soltero y vive solo.

El alivio que se reflejó en el rostro de
Caroline fue bastante evidente; y la
joven se movió llena de nervios y de
entusiasmo conforme fueron
acercándose al club.

—Sí, eso ayuda bastante. Supongo
que ya veremos lo que pasa, ¿verdad?

Pau le sonrió mientras el taxi
se detenía. Eran las nueve de la noche
y estaba cansada tras el día de
trabajo que había tenido. Prefería
estar con Pedro en su apartamento,
cenando tranquilamente o haciendo
cualquier otra cosa que él le tuviera
preparada para la noche. Odiaba
haberle tenido que mentir sobre qué
planes tenía para esta noche. No es
que le hubiera dicho una mentira,
pero no había sido muy abierta sobre
el tema. Sin saber por qué, decirle
que se iba a ir de discoteca la
preocupaba por la reacción que
pudiera tener. ¿Qué pasaba si le decía
que no?
No es que ella no hubiera ido de
todas maneras. De acuerdo, tenían un
contrato… Dios, qué cansada estaba
de esa palabra. Estaba llegando al
punto de odiarlo cada vez que ese
papel que había firmado se le metía
en la cabeza. No porque se
arrepintiera lo más mínimo de su
relación con Pedro, sino por lo que
ese contrato representaba. O mejor
dicho, lo que no representaba.

Paula sencillamente no había
querido tener una confrontación con
Pedro. Ella no iba a ir a la caza de
hombres esta noche. Iba a divertirse
con sus amigas y a pasar tiempo con
ellas. Tiempo que valía oro desde que Pedro se había adueñado de su vida.
Sí, podía ver claramente por qué
Caroline se preocupaba. Si una de sus
amigas hubiera empezado una
relación en la que pasara todo su
tiempo libre con la pareja hasta el
punto de excluir a todos de su vida,
Paula también se preocuparía. Se
cuestionaría si esa relación era sana
para su amiga.

Y quizá la suya con Pedro no lo era
del todo. Sabía perfectamente bien
que su dependencia emocional hacia
él no lo era. Estaba a punto de
enamorarse, y, cuando eso sucediera,
necesitaría a sus amigas más que
nunca, y por ese motivo no podía
alejarlas de ella en estos momentos.
Pero sea lo que sea que hubiera entre
ella y Pedro era lo que Paula
quería. Lo deseaba. No iba a negar
las circunstancias. Se hacía una idea
bastante clara de lo que iba a ocurrir
llegado a un punto, pero iba a
disfrutar de cada momento, saborear
cada minuto que tuviera hasta que
llegara la hora de que él la dejara.
Sobreviviría. O quizás esa era la parte
del asunto que se negaba a aceptar.

En realidad no sabía a ciencia cierta
si podría sobrevivir cuando Pedro se
alejara de su vida.

—Eh, estamos aquí —le comunicó
Caroline—. Tierra llamando a Pau.

Paula parpadeó y levantó la
mirada para percatarse de que todas
estaban ya fuera del taxi. Se metió la
mano en el bolsillo para sacar el
dinero suelto que tenía para pagar al
conductor y seguidamente se
apresuró a seguir a Caroline.

Chessy, Trish y Gina estaban
esperándolas fuera del club en el
Meatpacking District, en cuya entrada
se había formado ya una larga cola a
lo largo de la manzana. Las tres se
echaron encima de ella y la abrazaron
mientras gritaban en su oído. Paula alegremente respondió al afecto
de sus amigas y parte de sus nervios
se extinguieron. Iba a pasárselo bien.

Una noche separada de Pedro
probablemente era lo mejor. Era muy
fácil quedarse prendada dentro de un
universo alterno que él había creado
para ambos. Pero esto… esto era
real. Estas eran sus amigas y esta era
su vida.
Ya era hora de soltarse y divertirse
durante la noche.

Caroline las condujo hasta la entrada
vip y fue entonces cuando vio por
primera vez a Brandon. Era alto y
bastante musculoso. Calvo, con
perilla y un pendiente en la oreja
izquierda. En el mismo momento en
que
su mirada recayó sobre Caroline, esa
apariencia amenazadora y de chico
duro desapareció, y su expresión
cambió a la de alguien que
contemplaba a un cachorrito.

Se pudo ver claramente lo pillado
que estaba. Si a Paula todavía le
quedaba alguna duda de que
estuviera verdaderamente interesado
en Caroline, esta se esfumó de
inmediato.

Brandon se puso entre la gran cola
de gente y la puerta y le hizo un
gesto con la mano a Caroline.
Pau y las otras la siguieron y
Brandon se metió la mano en el
bolsillo para sacar cinco pases vip.

Se inclinó hacia delante y le dijo algo
a Caroline en el oído. No
pudo escuchar lo que le dijo debido
al ruido que había en la calle, pero
fuera lo que fuere consiguió sacarle
los colores y que los ojos le brillaran
con deleite. Él le sonrió ligeramente y
luego les indicó a ella y a sus amigas
que pasaran al interior.

—¡Está muy bueno, Caro! —exclamó
Chessy cuando entraron en la
discoteca.

Gina y Trish seguidamente
coincidieron con ella, aunque sus
miradas estuvieran desperdigadas por
todo el abarrotado club. La música
vibraba y retumbaba en las paredes.

La pista de baile era enorme, y
estaba llena. El lugar tenía un aspecto
y un aire eléctrico; en su mayor parte
oscuro, pero con luces de neón en
las mesas y en la barra. Los haces de
láser recorrían toda la pista y
alumbraban todos los cuerpos que se
movían y bailaban sin parar.

—Yo voto por que nos
emborrachemos —dijo Trish—. Buena
música, baile, bebidas y, si Dios
quiere, chicos buenorros.

—Me apunto —declaró Chessy.

—Yo también —contestó Gina.
Todas se giraron para mirar a Paula.

—A por todas —fue lo que dijo.
Todas gritaron emocionadas y se
mezclaron con la multitud para
encontrar la mesa que Brandon les
había reservado.

Caroline agarró a Paula del
brazo para retrasarla y luego se
acercó a su oreja para que la pudiera
oír.
—Yo me voy a casa de Brandon
cuando acabemos. ¿Te parece bien?
¿Vas a estar bien si vuelves al
apartamento sola? Dijo que te pediría
un taxi.

Las cejas de Pau se alzaron.
—¿Estás segura, Caro?

Ella asintió.
—Ya hemos estado hablando durante
un tiempo. No estoy diciendo que
vayamos a acostarnos. Nuestros
horarios de trabajo son
completamente opuestos, así que no
habíamos tenido la oportunidad de
vernos hasta ahora.

—Entonces ve. Pero ten cuidado, ¿de
acuerdo?

Caroline sonrió y asintió.
Encontraron su mesa, pidieron sus
bebidas y luego esperaron. El ritmo
frenético de la música invadió a
Pau, y se encontró medio
bailando mientras estaban de pie
alrededor de la mesa. Chessy se unió
a ella, y poco después todas las
chicas se habían adueñado de una
pequeña parte de la pista de baile
junto a la mesa.

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