lunes, 15 de septiembre de 2014

Capitulo 83

Cuando estuvo bien colocada, Pedro
se echó hacia atrás y casi salió de su
cuerpo antes de volver a introducirse
de nuevo en él. Sus movimientos eran
lentos y metódicos. Tiernos. Iba sin
ninguna prisa y no perdió el control
en ningún momento. Bombeó su
miembro dentro y fuera del cuerpo
de Paula, consiguiendo que los
testículos chocaran contra su sexo
cada vez que llegaba hasta el fondo
de su ser.

—Voy a correrme dentro de ti,
Pau. Quiero que te quedes muy
quieta y que te sigas masturbando.
Ella estaba tan cerca del
orgasmo que tuvo que dejar de
tocarse durante un momento o, si no
le esperaba, tendría que vérselas con
él.

Las embestidas aumentaron
en velocidad y fuerza, pero no la
abrumó ni tampoco fue brusco. Un
momento después explotó dentro de
ella y sintió el caliente
de semen correr por su interior.

Se retiro y volvió a introducirse en su
interior, hasta el fondo, aún duro
como una roca, e hizo que su semen
llegara más adentro de su cuerpo.
Durante unos largos momentos,
Pedro siguió bombeando dentro y
fuera de su ano aunque ya se hubiera
corrido.

Paula perdió la batalla en lo que
a controlar su propio orgasmo se
refería. En el mismo momento en que
puso los dedos sobre su clítoris, los
espasmos comenzaron, imparables e
intensos. El orgasmo la sacudió y
la consumió como un tsunami. Las
rodillas le fallaron y se quedó
tumbada boca abajo, totalmente
horizontal en la cama. Pedro se retiró
de su cuerpo momentáneamente,
pero luego se elevó más hacia arriba
y volvió a hundirse en su interior.

La tapó con su cuerpo. Se quedó
tumbado encima de su espalda con el
pene aún rígido y duro dentro de su
culo. Le mordisqueó el hombro y
luego le trazó un camino de besos
hasta llegar al cuello.

—¿Habías hecho esto alguna vez
antes? —le murmuró Pedro al oído.

—Tú eres el primero —contestó con
poco más que un susurro.

—Bien.
La voz sonó llena de una satisfacción
intensa. De triunfo.

Se quedó tumbado ahí por
unos cuantos minutos bastante
largos, poco a poco calmándola,
paliando la tensión y la sensación de
tirantez. Y seguidamente se retiró de
su ano, se levantó y retrocedió.

Ella se quedó allí tumbada intentando
procesar lo que acababa de pasar.
Sus pensamientos eran difusos. Aún
se sentía eufórica tras experimentar
ese orgasmo tan alucinante, y,
aunque tenía el culo dolorido debido
a los azotes y a su concienzuda
posesión, nunca se había sentido más
satisfecha y saciada en toda su vida.

Pedro volvió para limpiarla con una
toalla caliente. Luego regresó al
cuarto de baño y ella pudo escuchar
cómo el agua comenzaba a correr en
la ducha. Un momento más tarde,
volvió y la cogió suavemente en
brazos para sacarla de la cama.
La llevó hasta el baño y la depositó
en el suelo justo enfrente de la
bañera. Entonces Pedro se acomodó
dentro y a continuación la ayudó a
ella. Paula suspiró cuando el
agua caliente comenzó a caer por su
piel. Joder, qué experiencia más
perversa tener a Pedro encargándose
y ocupándose de ella para todo.

Lavó cada centímetro de su cuerpo, y
le dedicó más atención al trasero
donde la rojez aún permanecía en los
cachetes. Para cuando acabó con su
cuerpo, Paula estaba sin aliento
y llena de deseo otra vez.

Tras enjuagar todo el jabón de su
piel, se lavó él y luego cerró el agua.

Salió él primero de la ducha y
extendió una toalla para que se arropara en ella. Entonces la
rodeó y la abrazó contra su pecho.
—Dios, me mimas mucho —dijo ella
en voz baja.

La joven alzó la cabeza justo a tiempo
para ver que una sonrisa curvaba sus
labios. El hombre era absolutamente
pecaminoso.

Acabó de secarle el cuerpo y entonces
le permitió que se enrollara la toalla
alrededor del pelo.

—No te molestes en vestirte —le
informó mientras volvía a entrar en
el dormitorio.
Paula sonrió ante la promesa
que denotaba su voz. No, ya se
imaginaba que no iba a necesitar
llevar nada puesto durante un buen
rato. Solo era sábado por la noche y
no tenían que ir a ningún sitio hasta
el lunes por la mañana.

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—Pedro, tengo que entregarle estos
documentos a John para que pueda
echarles un ojo antes de que nos
vayamos a París. También tengo que
ir a recoger los planes de marketing
que tiene. He pensado que podría
traer algo de comida y así podemos
comer en el despacho.

Alzó la mirada para ver a
Paula de pie cerca de su mesa
con ojos llenos de interrogación. Él
comprobó su reloj y vio que
efectivamente ya había pasado la hora
del almuerzo. Él y Paula habían
estado trabajando toda la mañana
para preparar su viaje a París esa
tarde.

Parte de él estaba tentado de
mantenerla secuestrada en su
despacho, donde podía verla y
tocarla a todas horas, y mandar a
alguien a que fuera a buscar su
almuerzo. Era una urgencia que tuvo
que reprimir con vehemencia.

Incluso tras pasar el fin de semana
entero con ella en la cama,
consiguiendo que ambos terminaran
muertos de cansancio, aún no tenía
suficiente de ella.
—Está bien. Pero no te vayas muy
lejos. La tienda de delicatessen de la
esquina está bien. Ya sabes lo que me
gusta.

Paula sonrió, los ojos le brillaron
de una manera insinuante al escuchar
su comentario. La pequeña
provocadora sabía exactamente lo
que le gustaba, y al detalle. Y como
no se fuera ahora mismo, Pedro no
iba a poder hacer nada para frenar
sus instintos.

—Vete —le dijo con una voz ronca
que denotaba necesidad y deseo—. Si
no dejas de mirarme de esa forma,
nunca llegaremos a París.

La suave risa de Paula llenó la
estancia y sus oídos al tiempo que se
giraba y salía de la oficina. Pedro
experimentó un momento de pánico
cuando cerró la puerta tras ella y lo
dejó solo en la ahora vacía oficina.

No era lo mismo cuando ella no
estaba ahí ocupando el mismo
espacio que él. Era como si hubieran
aparecido nubes en un día
plenamente soleado.
Volvió entonces a fijar su atención en
la información que tenía delante; se
negaba a quedarse mirando el reloj a
la espera de que volviera.

Eleonor lo llamó por el telefonillo, lo
que logró sacarlo de su estado de
concentración, y él frunció el ceño.
—¿Qué pasa, Eleonor?

—Señor, la señora Alfonso está aquí y
quiere verle. Eh… Lisa Alfonso.

Pedro exhaló todo el aire que tenía
en los pulmones y cerró los ojos.

Ahora no, por el amor de Dios. ¿Se
había vuelto loco todo el mundo? Su
padre estaba persiguiendo a su
madre, y, ahora, Lisa estaba ahí
rondándole otra vez. Ya le había
dejado claro la última vez que se
había presentado en la oficina que no
tenía ningunas ganas de volverla a
ver, y que nunca, jamás, volverían a
reconciliarse.

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Lo prometido es deuda !
Comenten!

Gracias x leer! Soy @letipauliter

7 comentarios:

  1. No por que lisa la odio jajaja muy buenos los 6 capitulos subi mas!!

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  2. Genialessss 6 capitulos Leti, ya te aviso que estoy odiando a Lisa jajajajaja q ganas de joder tiene .. se habrá enterado algo de él y Pau ?

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  3. Q yegua la ex!!!! Muy buenos caps!! mimiroxb

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  4. Buenísimos caps!! Gracias x subir tantos!!.. estoy odiando mal a lisa jajaja. espero los prox! Bsoo @GraciasxTodoPYP

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  5. Buenísimos los 6 caps!!!!!!! No me digas que Pau va a llegar y los va a encontrar a Pedro con Lisa en alguna situación incómoda x favor!!!!!!!!

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  6. Fuertes la mayoria. Copadisimo que subas así muchos. Gracias. (:

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