miércoles, 17 de septiembre de 2014

Capitulo 87

A lo mejor Paula no había
pensado que realmente Pedro fuera a
hacerlo. O quizás una parte secreta
en su interior esperaba que sí lo
hiciera.

Fuera cual fuera el caso, ahí estaba,
arrodillada, atada de pies y manos y
desnuda, a la espera de que otros
hombres entraran y la vieran.

Pedro abrió la puerta y les indicó a
los tres caballeros con los que habían
cenado que pasaran dentro. Sus
miradas se posaron en ella de
inmediato, y lo que más le llamó la
atención es que no estaban para nada
sorprendidos. No se les veía
impresionados. Solo se reflejaba
lujuria y aprecio en sus ojos.
¿Lo sabían? ¿Les había dicho
qué esperar cuando llegaran? ¿Les
había dicho que Paula iba a ser
el entretenimiento de la noche?

Pedro no le dedicó atención alguna al
momento, sino que se quedó
conversando con los hombres y
sirviéndose algunas copas mientras
ella se quedaba sentada en silencio.

Unos minutos más tarde fue cuando
todos se desplazaron hasta el salón,
con las bebidas en la mano.
Estaban hablando de sus negocios.
Pedro hablaba de las propias ideas
que tenía para el nuevo hotel y les
explicó todo el apoyo que HCM ya
tenía y qué otras colaboraciones
estaban buscando. Todo era muy
serio y formal, excepto por el hecho
de que ella estaba atada como un
pavo y no tenía ni una prenda puesta
encima.

Paula observó a los hombres,
atractivos y viriles. Vio cómo sus
miradas se desviaban hacia ella,
incluso hasta estando inmersos en
mitad de la conversación de negocios
que estaban teniendo. Estaba claro
que
sabían que ella estaba ahí, así que la
anticipación se podía respirar desde
todos los rincones de la habitación. El
ambiente estaba cargado de ella.

Y entonces Pedro se movió en su
dirección con las manos posándose
en la cremallera de sus pantalones.
Los desabrochó y dejó que se le
abrieran mientras enterraba los
dedos en el pelo de Paula para
delinear su cuero cabelludo y
finalmente acariciar sus mejillas.

Recorrió toda la superficie de sus
labios con un dedo y seguidamente lo
introdujo en su boca para que su
lengua lo humedeciera.
Los otros hombres contemplaban la
escena con gran atención. Los ojos
los tenían fijos en Paula mientras
esperaban con la lujuria claramente
dibujada en sus rostros.

Pedro liberó su miembro y le dio un
pequeño golpe con él en la frente
para que esta inclinara la cabeza
hacia atrás y estuviera en un buen
ángulo.
—Abre —le ordenó.

Paula estaba nerviosa perdida,
pero la excitación también se hacía
eco en sus venas. Estaba excitada por
el hecho de que iba a follarle la boca
ahí mismo delante de todos esos
extraños. Estaba experimentando
tantas emociones opuestas que le era
difícil saber exactamente qué pensaba
o cómo se sentía ante la situación.
Pero ella confiaba en Pedro, y eso ya
era más que suficiente para calmarla
y hacer que se dejara llevar por sus
manos y sus cuidados.

Separó los labios y él se
deslizó bien dentro de su boca hasta
que la punta de su miembro estuviera
tocando el fondo de su garganta Las
mejillas se le ahuecaron, pero luego
se le ahondaron hacia fuera cuando él
se retiró de su interior y
seguidamente volvió a introducirse.
Fue sorprendentemente dulce con ella
dado el estado de ánimo tan intenso
en el que se encontraba. Paula
había esperado que se comportara de
una manera mucho más brusca, más
exigente. Pero le rodeó el rostro con
las manos y le acarició las mejillas
con los dedos pulgares mientras la
embestía con movimientos lentos y
pausados.

—Preciosa —murmuró.

—Sí que lo es —dijo uno de los
hombres que se encontraba detrás de
Pedro.

Su voz la asustó y la sacó de su
ensimismamiento. Había sido capaz
de olvidar la presencia de esos tipos
porque estaba plenamente consumida
por Pedro. Solo Pedro. Ahora volvía a
ser enteramente consciente de que
estaban ahí, observándola,
deseándola… Todos queriendo ser
Pedro mientras Paula le daba
placer.

—Céntrate solo en mí —le susurró
Pedro mientras volvía a enterrarse en
su garganta, llenándole toda la boca
con su larga rigidez.

Era una orden bastante fácil de
seguir. Cerró los ojos y se
perdió en Pedro y en su dominación.
Este comenzó a moverse más rápido
y con más fuerza. Se introducía en
ella y permanecía inmóvil en su
interior por unos momentos. Luego la
soltaba y le pasaba las manos por el
rostro mientras esperaba a que
volviera a coger aire.

—Joder, me la está poniendo dura —
dijo Tyson en voz baja.

—Yo también quiero que me la chupe
—dijo Charles con una voz forzada
llena de lujuria y envidia.

Las manos de Pedro se endurecieron
contra el rostro de Paula. Este
volvió a embestirla y luego comenzó
a moverse a mucha más velocidad y
con más dureza. Se corrió dentro de
su garganta, en su lengua, y, luego,
cuando se retiró, también sobre sus
labios. Y a continuación volvió a
introducírsela.

—Merde —murmuró el francés.
Los sonidos húmedos que la garganta
de Paula hacía al succionar el
miembro de Pedro aumentaron de
volumen en toda la habitación.

Sonaban eróticos y estridentes en
contraste con el silencio que reinaba
en el ambiente.
—Trágatelo —le ordenó —.
Déjame limpio, Paula.
Este siguió moviéndose en su interior
y le dio tiempo para que obedeciera
sus deseos. Paula tragó y lo
lamió hasta que finalmente se retiró.

Pedro llevó las manos hasta los nudos
de sus muñecas y aflojó la
aterciopelada cuerda que tenía
alrededor de manos y tobillos. Los
brazos y las piernas de Paula
gritaron en protesta cuando este la
levantó hasta ponerla de pie.

Se
quedó ahí abrazándola durante un
buen rato y dejó que recobrara sus
fuerzas. Entonces la cogió en brazos y
la llevó hasta la larga mesa pequeña
que había frente a los sofás.
La tumbó y le separó las piernas.
Luego le puso los brazos por encima
de la cabeza y deslizó la cuerda
alrededor de cada muñeca antes de
atarla a las patas de la mesa que
tenía Paula bajo la cabeza.
Cuando se volvió a enderezar, su
mirada se dirigió directamente al
hombre que se encontraba más cerca
de ella.

—Puedes tocarla. Puedes darle
placer. Pero no le hagas daño bajo
ningún concepto. No la asustes. Todo
esto es por y para ella. La polla te la
dejas dentro de los pantalones y no
la penetres, de ninguna forma. ¿Está
claro?

—Como el agua —contestó Charles a
la vez que se ponía en pie.

Pedro retrocedió del lugar donde
Paula yacía atada en la pequeña
mesa. La imagen que proporcionaba
era irresistiblemente erótica: el
cabello oscuro y largo lo tenía
enmarañado y caía por el filo de la
mesa; los ojos bien abiertos, como
platos; y los labios bastante
hinchados debido a su posesión.
Charles Willis la rodeó como un
buitre al acecho mientras se la comía
con los ojos. A Pedro se le encogió el
estómago cuando los dedos de
Charles le recorrieron el vientre en
dirección a sus pechos. Le rodeó uno
de los tensos pezones y lo estimuló
hasta que se quedó completamente
rígido.
Stéphane y Tyson se acercaron, pero
no demasiado para darle a Charles su
oportunidad. Ellos esperaron, como
depredadores en plena cacería, a que
les llegara el turno de tocarla.

Esto estaba mal. Muy, muy mal. Sus
entrañas le estaban gritando y su
mente protestaba. Ella era solamente
suya. Nadie debería estar tocándola
excepto él, y, aun así, él mismo había
sido el que lo había montado todo.

¿Como qué? ¿Una prueba? ¿Algo para
probarse a sí mismo?

Siguió dándole vueltas mientras
Charles continuaba explorando el
precioso cuerpo de Paula. Un
cuerpo que pertenecía a Pedro. Él era
un hombre posesivo —lo sabía— y,
aun así, nunca había tenido ningún
problema en dejar que otro hombre
le diera placer a una mujer que
estuviera bajo su cuidado. Le daba
igual; le era… indiferente. Pero no
con Paula.

Con ella odiaba cada minuto y
segundo de lo que estaba sucediendo.
La provocación de Lisa volvió a
hacerse eco una y otra vez en sus
oídos.

«¿Estás enamorado de ella?»

Pedro se dio la vuelta, incapaz de
soportar la imagen de las manos de
Charles sobre el cuerpo de Paula
.
Los suaves jadeos de ella llenaron
entonces toda la estancia, y  se
tensó y se metió las manos en los
bolsillos. Estaba en la otra punta de
la habitación para no tener que ver o
escuchar los resultados de su
estupidez, no quería.
Porque era estúpido. Un completo
imbécil. Un cabrón cobarde.
Esto no era lo correcto. No podía
permitir que la escena continuara. Lo
único que se había probado a sí
mismo era que no compartiría nunca
a Paula con ninguna alma
viviente. No estaba dispuesto a dejar
que ningún otro hombre tocara lo
que era suyo.

Esto tenía que acabar. Se tenían que
ir los tres.

Estuvo a punto de darse la
vuelta y pedirles a los tíos que se
fueran cuando la sangre se le heló, y
se quedó petrificado en el sitio.

—¡NO! —gritó Paula—. ¡PEDRO!

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No me odien. No me insulten. Recuerden que es una novela.

Comenten mucho y mañana subo mas! Gracias x leer!
Soy @letipauliter

8 comentarios:

  1. Q paso??? Ahora me muero de intriga hasta mañana!! mimiroxb

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  2. Letiii SOS mala ehhh ¡ nos dejas con la intriga ¡ odio a Pedro , no me gusta su actitud

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  3. No lo podes dejar ahi!!! Buenisimos los capitulos!!!

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  4. Eres mala letiii noooo lo puedes dejar ahi!!! Subi un capitulo mas solo uno no aguantó hasta mañana jajaj solo uno

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  5. No podés dejarnos así, más te vale q mañana subas temprano Leti!!!!!!!!!

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  6. Noooo q pasó??!!!!! No podes dejarlo ahí!, muero.x el prox cap!! Jajá bsoo @GraciasxTodoPYP

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  7. Odio a Pedro. La única nove en la que lo odio.

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  8. Odio a Pedro. La única nove en la que lo odio.

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