miércoles, 24 de septiembre de 2014

Capitulo 116 - FINAL

Paula pasó el fin de semana con
Gonzalo. O, mejor dicho, él lo pasó con
ella. Fabricio iba y venía, trayéndoles
comida y por norma general
preocupándose por tonterías. Los dos
hombres trajeron películas y se
quedaron tumbados en el sofá viendo
la tele hasta que se
quedaba dormida por culpa de la
fiebre.

El lunes por la mañana, ya se sentía
mejor, pero no lo bastante como
para volver al trabajo. Así que llamó
a Louise y Greg para hacerles saber
que no iría.

Gonza y Fabri se dirigieron hacia la
oficina, pero le dijeron que volverían
porque tenían algo especial planeado
para la noche.

Durante todo su gripazo, no había
escuchado ni una sola palabra de
Pedro. Ni había recibido flores ni
regalos. Solo silencio. La ponía de los
nervios y hacía que se cuestionara
cada decisión que tomaba con
respecto a él.

No tenía corazón para
decirle a Gonzalo que no estaba para lo
que sea que tuvieran planeado él y
Fabricio. Ambos habían sido muy buenos
con ella durante todo el fin de
semana, la habían mimado a más no
poder y habían intentado todo lo
posible por animarla.
Sea lo que fuere que tuvieran
planeado, ella estaría preparada y lo
recibiría con una sonrisa en la cara.
Gonzalo le había dicho que se vistiera
con ropa de abrigo, así que se podía
imaginar que el sitio a donde iban era
al aire libre.

Gracias a dios que ya no tenía fiebre,
o si no el mero pensamiento de salir
a la calle, al frío, la hubiera puesto
de los nervios.
Se duchó por la tarde e intentó con
todas sus fuerzas hacer algo decente
con su pelo y su maquillaje para no
parecer resacosa o que un camión le
hubiera pasado por encima. Pero
incluso el maquillaje tenía sus
limitaciones…

A las seis, Gonza y Fabricio llegaron con
ojos traviesos. Ella soltó un quejido
para sus adentros porque obviamente
lo que tenían planeado no era nada
bueno, y, teniendo en cuenta que iba
a estar involucrada, seguro que sería
víctima de lo que sea que tuvieran
entre manos.

Gonzalo tenía chófer esta noche, un
hecho extraño, ya que él tendía a
conducir su coche por la ciudad
cuando se trataba solo de ellos. Aun
así, la metieron en el coche tras
asegurarse de que se había tomado
los medicamentos por si acaso la
fiebre le volvía a subir.

—¿Adónde vamos? —preguntó con
exasperación.

—Eso solo lo sabemos nosotros, y
pronto lo averiguarás —le dijo
con suficiencia.

Tanto él como Fabricio parecían niños en
Navidad; los ojos les brillaban de
felicidad de una forma excesiva.
Paula se relajó en el asiento y se
dijo a sí misma que disfrutaría fuera
lo que fuese aunque el corazón aún le
doliera por ese vacío que sentía.

Pedro había desaparecido tras esa
noche del viernes cuando se quedó
con ella en el apartamento. No había
oído nada de él, ni una palabra.

¿Se
habría rendido?

Cuando se pararon frente a Saks en la
Quinta Avenida, junto al Rockefeller
Center, Paula ahogó un grito de
alegría al ver el árbol tan gigantesco
que se alzaba por encima de la pista
de patinaje. Era muy bonito, y la
hacía ponerse nostálgica por los
recuerdos que tenía de Gonzalo
trayéndola aquí cuando ella era una
niña. Nunca se habían perdido, ni
una sola vez, la primera iluminación
del árbol. Hasta este año, de hecho.

—Oh, Gonza —susurró mientras se
bajaba del coche—. Tan bonito como
siempre.

Este le sonrió con indulgencia, y
luego tanto él como Fabricio se pusieron
cada uno a un lado de ella y la
guiaron hasta la multitud que había
reunida alrededor del árbol.

Este se alzaba sobre ellos brillando
con miles y miles de lucecitas de
colores. La música navideña llenaba el
ambiente, y luego empezó a oír una
melodía cuando un hombre comenzó
a cantar The Christmas Song.

—¿Hay un concierto? —preguntó
Paula con emoción y girándose
hacia Gonzalo.

Él sonrió y asintió y luego la instó a
irse a las filas de delante.
Sorprendentemente, nadie protestó al
intentar abrirse paso entre los demás,
y, de hecho, un grupo de personas
hasta les hizo un hueco justo en
primera fila donde se encontraba la
barandilla que daba al escenario.

—¡Oh, es perfecto! —exclamó Paula.

Fabricio y Gonzalo se rieron entre dientes,
pero luego ella fijó su atención en el
cantante que estaba interpretando los
villancicos navideños.

Le traía muchísimos buenos
recuerdos. Pau
alargó la mano para coger la de Gonza
y le dio un apretón; el corazón latía
de amor por su hermano. Él había
sido su punto de apoyo durante
mucho tiempo, y aún lo seguía
siendo. Nunca habría sobrevivido a la
ruptura con Pedro si no hubiera sido
tanto por él como por Fabri.

—Gracias —le susurró cerca del oído
—. Te quiero.

Gonza sonrió.
—Yo también te quiero, peque.
Quiero que esta noche sea especial
para ti.

Durante un breve instante, Paula
pudo ver tristeza en sus ojos, pero,
antes de que pudiera preguntarle
sobre esas palabras tan crípticas, la
canción terminó y el cantante
comenzó a dirigirse a la
muchedumbre. Le llevó un momento
antes de darse cuenta de que había
dicho su nombre.

Ella parpadeó por la sorpresa y luego
un foco de luz la buscó y la iluminó
entre la multitud. Miró a su hermano con
desconcierto, pero este retrocedió
junto con Fabricio y la dejaron sola bajo
el foco de luz, que parecía no
moverse.

—Una muy feliz Navidad y
estupendas felices fiestas para la
señorita Paula Chaves—dijo
el hombre—. Pedro Alfonso quiere que
sepas lo mucho que te quiere y desea
que pases estas Navidades con él.
Pero no hagas caso de mis palabras,
aquí está él mismo para decírtelo en
persona.

La boca se le quedó abierta cuando
vio aparecer a Pedro al fondo, tras
las vallas y junto a las escaleras que
daban al escenario donde el hombre
había estado actuando. Su mirada
estaba fija en la de ella, y tenía entre
las manos una cajita envuelta en
papel de regalo y con un enorme lazo
en la parte superior.

La multitud a su alrededor aplaudió
cuando Pedro se acercó a ella y luego
se arrodilló con la cajita aún en la
mano.

—Feliz Navidad, Pau—le dijo
con voz ronca—. Siento haber sido
tan imbécil. Nunca debería haber
dejado que te alejaras de mí. Tienes
razón. Te mereces a alguien que
siempre luche por ti y yo quiero ser
ese hombre si quisieras darme otra
oportunidad.

Paula no tenía ni idea de qué
decir, o cómo responder. Las
lágrimas se le habían amontonado en
los ojos y amenazaban con caer por
sus mejillas.

—Te amo —le confesó con intensidad
—. Te amo tanto que me duele
cuando no estoy contigo. No quiero
estar alejado de ti nunca más. Te
quiero en mi vida para siempre.
¿Entiendes eso, cariño? Quiero que te
cases conmigo. Quiero estar contigo
para siempre.
Él le tendió la cajita y ella la cogió
con dedos temblorosos. Los pasó
erráticamente por encima del lazo
mientras intentaba abrir la tapa.

Dentro había una cajita aterciopelada
de una joyería, que casi se le cayó al
suelo mientras la sacaba.
Entonces los flashes a su alrededor
comenzaron a dispararse y la gente
con teléfonos móviles empezó a
grabar el momento. Hubo gritos de
ánimo y de júbilo, pero ella lo ignoró
todo y se centró únicamente en el
hombre que tenía enfrente. Nada más
importaba.

Abrió la caja y vio un precioso anillo
de diamantes. Brillaba bajo la luz,
pero no lo pudo admirar bien debido
a las lágrimas que le estaban
nublando la visión. Entonces bajó la
mirada hasta el hombre que se
encontraba de rodillas frente a ella y
que la miraba con ojos suplicantes.

Dios, se estaba arrastrando y,
efectivamente, viniendo de rodillas.
—Oh, Pedro.

Ella se arrodilló frente a él para
poder estar a la misma altura de sus
ojos y le rodeó los hombros con los
brazos, aún con la caja y el anillo en
la mano.
—Te amo —dijo en voz baja—. Te
amo muchísimo. No puedo estar sin
ti.

Él la agarró por los hombros y la
separó de él con ojos llenos de amor
y posesividad. Luego se metió la
mano dentro del abrigo y sacó un
documento grueso. Oh, Dios. Era su
contrato.

Y entonces, lenta y metódicamente,
lo rompió en dos sin dejar de mirarla
a los ojos.
—De ahora en adelante nuestra
relación no tiene reglas —declaró con
voz ronca—. Serán solo las que tú y
yo decidamos. Las que queramos que
sean. Sin restricciones de ningún
tipo, excepto amor. La única firma
que quiero de ti es la del certificado
de matrimonio.

Pedro cogió la caja de su mano y sacó
el anillo de diamantes. Entonces le
levantó la mano izquierda y se lo
puso en el tercer dedo.

La muchedumbre explotó en vítores a
su alrededor. Finalmente, Pedro la
estrechó entre sus brazos y la besó
con fuerza. Paula se aferró a él
con el mismo ímpetu, absorbiendo el
momento y grabándoselo bien en la
memoria. Era uno de esos instantes
que no se le olvidaría nunca en la
vida.

Cuando ambos fueran viejos y
tuvieran canas, Paula recordaría
esta noche y la reviviría una y otra
vez. Una historia para contar a sus
hijos e hijas.

Entonces cayó en la cuenta de que no
tenía ni idea de si él quería tener
hijos siquiera.
—Quiero tener hijos —le soltó ella de
repente.

Cuando se dio cuenta de lo alta que
le había salido la voz, se ruborizó
descontroladamente. Escuchó a
alguien reírse a su alrededor y luego
una voz decir:
—¡Dáselos, hombre!

Pedro sonrió; la expresión de su
rostro denotaba tanta ternura que le
derritió el corazón y le llegó tanto al
alma que no sentía siquiera el frío.
—Yo también quiero hijos —contestó
con voz ronca—. Niñas tan preciosas
como tú.

Ella sonrió tanto que pensó que los
labios seguramente se le iban a
partir.
—Te amo, Paula—le dijo, ahora
con la voz áspera y llena de
inseguridad. Se le veía muy
vulnerable ahí de rodillas frente a ella
—. Te voy a amar siempre. Espero ser
lo bastante bueno para ti. He hecho
las cosas muy mal desde que entraste
en mi vida, pero te juro que me voy a
pasar el resto de mis días
compensándote por ello. Nadie te va
a querer más que yo.

Las lágrimas le cayeron por las
mejillas mientras le devolvía la
mirada a ese hombre que
humildemente se había sincerado
delante de ella y de media Nueva
York.

—Yo también te amo, Pedro. Siempre
lo he hecho —le contestó con
suavidad—. Te he estado esperando
toda mi vida.

Pedro lentamente se puso de pie y
luego le tendió la mano para ayudarla
a ella también. A continuación, la
estrechó entre sus brazos y la abrazó
con fuerza mientras la música
comenzaba a sonar a su alrededor.

—Yo he esperado tanto como tú,
Pau. Quizá no sabía lo que me
estaba perdiendo, pero eras tú.
Siempre has sido tú.

Entonces se giró junto a ella para
encarar a Gonzalo y Fabricio. Paula
se había olvidado de ellos por
completo, aunque luego cayó en la
cuenta de que también estaban
metidos en todo ese lío. Y de lo
mucho que eso significaba.

La alegría se instaló en su corazón, y,
sin poder evitarlo, se lanzó hacia
Gonzalo y casi lo tiró al suelo de la
fuerza con la que lo abrazó.
—Gracias —le susurró al oído—.
Gracias por entenderlo y por
aceptarlo. No sabes lo mucho
que significa para mí.

Él le devolvió el abrazo; la emoción
también estaba patente en su propia
voz.
—Te quiero, peque, y yo solo quiero
que seas feliz. Pedro me ha
convencido de que él es la persona
idónea para lograrlo. Un hermano
mayor no puede pedir más.

Paula se giró y se lanzó a los
brazos de Fabricio para darle un beso en
la mejilla.
—A ti también te quiero, tontorrón. Y
gracias por ayudarme estas últimas
semanas.

Fabri sonrió de oreja a oreja y la besó
en la mejilla también antes de
devolvérsela a Pedro. Luego la
despeinó con cariño.
—Por ti, lo que sea, pequeñaja. Solo
queremos que seas feliz. Y bueno, yo
quiero ser el padrino del bebé.

Gonzalo gruñó.
—Oh, no. Imposible. Ese soy yo, para
eso soy el tío.

Paula puso los ojos en blanco y
se pegó a Pedro mientras Fabri y Gonza empezaban a discutir.

Pedro se
rio entre dientes y luego afianzó el
brazo que tenía colocado alrededor
de su cintura. Le sonrió lleno de
alegría; el amor se veía tan
claramente en sus ojos que estos
brillaban incluso más que la estrella
que había en la copa del árbol de
Navidad del Rockefeller Center.

—¿Qué me dices si nos vamos a casa
y nos ponemos manos a la obra para
darles un bebé por el que pelearse de
verdad?

Paula le sonrió y le lanzó una mirada traviesa y llena de complicidad.

FIN

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GRACIAS GRACIAS ! gracias por el aguante y sus bellos comentarios!
Espero que les haiga gustado esta historia! les aviso que no tiene epilogo!
COMENTEN SI LES GUSTO!

SI QUIEREN RECIBIR LA PROXIMA HISTORIA QUE VOY A ADAPTAR ME AVISAN!
GRACIIIAS! BESOOOS A TODOOOS!
SOY @LETIPAULITER

10 comentarios:

  1. Me encantoooo!!!! Ame esta historia!! Genia gracias por escribirlo y compartirlo.!! Besitos y yo quiero que me pases por favor! @pepepauoli

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  2. Hay me encantooo !!!! Yo quiero que me pases la otra nove @is_pyp

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  3. Me fascinó esta historia!!! Gracias por adaptarla y compartirla. Espero ansiosa la próxima novela.

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  4. Q lindo final me encantó!!! Pasame la prox xfa...mimiroxb

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  5. Me encanto Leti , gracias por compartirla , el final fue hermoso ¡¡ y espero ansiosa la próxima.. me la pasas ? Besos peque

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  6. Muy buena nove, posta che y espero la próxima. Siempre elegis historias copadas para adaptar.

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  7. Linda la nove, me podes pasar la proxima, gracias soy careligom.bs

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  8. Me encantooo la nove!!! Buenísimo al final!!! Se va a extrañar la nove!.. Me pasas la prox nove q subas ..bsoos @GraciasxTodoPYP

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