sábado, 13 de septiembre de 2014

Capitulo 72

El teléfono móvil de Paula sonó
con el tono que tenía seleccionado
para Gonzalo. Alargó la mano para
cogerlo y se lo llevó a la oreja.
—Eh, tú —le dijo como saludo.

—Estamos llegando. ¿Estás lista o
quieres que subamos? —le preguntó.

—No hace falta. Ya bajo.

—De acuerdo, nos vemos ahora.
Colgó y entonces se bajó
del taburete.
—Te veo luego, Caro. ¡Qué ganas de
dulce de azúcar!

Caroline se despidió
con un movimiento de mano mientras
esta salía del apartamento y se dirigía
al ascensor.

Un momento más tarde, salió del
portal y vio el coche de Gonzalo
esperando en el bordillo. Tenía un
elegante BMW negro que aún parecía
que estuviera aparcado en el
concesionario.

Fabricio se bajó y la saludó con la mano
mientras le dedicaba una enorme
sonrisa y le abría la puerta trasera
del coche.
—Hola, preciosa —le dijo besándola
en la mejilla justo antes de que ella
entrara en el vehículo.

—Hola, peque —la saludó Gonza una
vez estuvo dentro.
Oh, el coche olía a colonia de
hombre adinerado.

Fabri se volvió a acomodar en su
asiento y Gonza volvió a mover el
coche.
—¿Cómo se portó Pedro contigo
después de que te sacara de mi
despacho tras el incidente con Lisa?
—preguntó Fabricio—. Mi bocaza no te
metió en problemas, ¿verdad?

Paula se esforzó en reprimir el
calor que amenazaba con instalársele
en las mejillas, pero se esforzó
mucho en parecer informal.
—Bien. Estaba pensativo y callado.
No hablamos mucho antes de que me
fuera.

Gonzalo sacudió la cabeza.
—Espero que no deje que se le meta
en la cabeza. No es nada bueno que
haya aparecido otra vez. Me imagino
que la única razón por la que está
revoloteando a su alrededor ahora es
porque se ha quedado sin dinero.

Paula arqueó una ceja.
—¿Y lo sabes con certeza? ¿No se
llevó un buen pico con el divorcio?

—Un muy buen pico. Pedro tenía
dinero. Mucho. Y por lo que ella
había escuchado en rumores y
cotilleos, Lisa se llevó un buen pico
con el divorcio. No es que
siquiera lo notara, por supuesto, pero
Lisa había conseguido lo bastante
como para vivir una vida entera. O al
menos, una persona normal.

—Me hago una idea después de haber
hecho unas cuantas llamadas en
cuanto se fue de la oficina.

Oh… interesante. Primero, Lisa tenía
problemas financieros, y, segundo,
Gonzalo había sido rapidísimo en
investigar el asunto. No es que
debiera sorprenderle. Eran muy cercanos. Y siempre
podían contar los unos con los otros.
Siempre.

Habían cerrado filas en
torno a Pedro tras el divorcio, y,
aunque pareciera absurdo y ridículo
que necesitara ninguna clase
de apoyo, Paula sabía que un
lazo irrompible se había creado entre
los tres hombres. Ella solo esperaba
que fuera lo bastante irrompible
como para que sobreviviera a las
consecuencias que su relación con
Pedro pudiera traer si Gonzalo se
enteraba algún día.

Y entonces se acordó de la situación
apremiante de Caro.
—Oye, y hablando de eso —dijo
echándose hacia delante
para sacar la cabeza por entre los dos
asientos delanteros—. ¿Puedes
investigar a un tipo llamado Brandon
Sullivan? Es segurata en un club
llamado Vibe. Solo información
general. Ya sabes, averiguar si está
casado, liado con alguien, o si tiene
antecedentes.

Gonzalo frenó en un semáforo en rojo y
ambos, él y Fabricio, se giraron para
mirarla fijamente con el entrecejo
fruncido.
—¿Es alguien que estás viendo? —
inquirió.

—¿Un segurata, Pau? Puedes
conseguir a alguien mucho mejor que
eso, cariño —la reprendió Fabricio.

Ella negó con la cabeza.
—No se trata de mí sino de Caroline.
Le dije que te pediría que lo
investigaras. Está paranoica desde lo
que pasó con el último tío con el que
salió.

La expresión del rostro de Gonzalp se
volvió pensativa mientras disminuía la
velocidad del coche por una calle.
—Oh, cierto. ¿No estuvo liada con un
tío casado hace un tiempo? Recuerdo
que mencionaste algo de eso.

—Sí, ese —respondió Pau con
un suspiro—. Lo pasó bastante mal.
Caro no es así. Me refiero a que ella
nunca se habría liado con un hombre
casado. Ella es muy dulce y confiada
y ese tío le hizo mucho daño. No
quiero que le vuelva a pasar otra vez.

—Me ocuparé de ello —contestó
—. Dile a Caro que no se
preocupe. Será lo primero que haga
mañana por la mañana.

—Eres el mejor —dijo Paula.

Gonzalo le sonrió indulgentemente por
el espejo retrovisor.
—Te he echado de menos, peque.
Apenas hemos pasado tiempo juntos
últimamente.

—Yo también te he echado de menos
—le dijo con suavidad. Y era verdad.

Últimamente parecía como que
habían ido por caminos separados,
incluso antes de lo de Pedo. Gonzalo
había estado más ocupado que nunca
con el trabajo. Era la razón principal
por la que había ido a la gran
inauguración. Una noche que había
cambiado el curso de su vida. Si
ahora volvía a mirar atrás, nunca se
hubiera imaginado cómo la decisión
de ir a algún sitio tan inocuo como
una fiesta aburrida donde sirven
cócteles podría cambiarlo todo tan
drásticamente.

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