lunes, 8 de septiembre de 2014

Capitulo 58

—Eh, Pedro, tengo que hablar contigo
de…

Paula alzó la mirada para ver a
Gonzalo justo en la puerta de la oficina. El corazón le dio un vuelco
y la adrenalina empezó a recorrer
todo su organismo. Se suponía que
no tenía que llegar todavía. Así no
era como ella había tenido intención
de darle la noticia de que estaba
trabajando para Pedro.

Fabricio empujó a Gonza por la espalda y
alzó las cejas cuando vio a Paula
sentada tras su mesa.

El rostro de Gonzalo se ensombreció y
lanzó miradas tanto a su mesa como
a la de Pedro como si esperara que
todo tuviera sentido.
—¿Qué demonios estás haciendo
aquí? —le preguntó.

—Encantada de verte a ti también —
le respondió Paula con
sequedad.

Gonzalo se encaminó con pasos largos
hacia su mesa.
—Maldita sea, Paula. Me has
pillado con la guardia baja. No
esperaba verte aquí. —Se sentó en el
borde de su escritorio y comenzó a
examinar los papeles que estaban
esparcidos por la mesa y el portátil
con el que estaba trabajando.

Fabricio se acercó a Gonzalo con
tranquilidad, pero se quedó a cierta
distancia de ellos, aunque no menos
interesado que su amigo.

—¿Qué estás haciendo aquí? ¿Dónde
demonios está Pedro?

La confusión era evidente en su voz.
Paula respiró hondo y se lanzó,
sabía que era mejor quitárselo ya de
encima con total normalidad para
que nada pareciera sospechoso. De
todos modos, cuanto más lo atrasara,
más culpable parecería. No
era capaz de poner cara de póquer,
un hecho que la había metido en más
de un problema en sus años de
adolescente. Nunca había podido
mentirle a Gonzalo a la cara, así que
rezaba para que su interrogatorio no
tuviera muchos grados o si no estaría
perdida.

—Estoy trabajando para él —dijo
calmadamente.
Fabri hizo un gesto de sorpresa con
los labios y luego se dirigió hacia la
puerta.

—Esperaré fuera.
La cara de Gonzalo era la misma que la
del icono famoso de What the fuck?

En el mismo momento en que la
puerta se cerró tras salir Fabricio, él se
dirigió hacia Paula con la
mandíbula apretada.

—Veamos, ¿qué demonios está
pasando aquí? ¿Estás trabajando para
él? ¿En calidad de qué? ¿Y por qué
me estoy enterando ahora?

—Lo que pasa es que Pedro me
ofreció un trabajo. Estoy trabajando
como su asistente personal. Y tú te
habías ido, esta clase de noticias no
es de las que se dan por teléfono.

—¿Y por qué narices no me lo has
contado?

Ella puso los ojos en blanco.
—Porque habrías reaccionado tal y
como lo estás haciendo ahora y te
habrías vuelto en el primer vuelo que
hubiera disponible decidido a aclarar
la situación.

—¿Cuándo ha ocurrido esto? —le
preguntó abruptamente.

Ella se encogió de hombros.
—Cuando tú y Fabricio os fuisteis a
California. Me encontré a Pedro en la
gran inauguración y me pidió que
viniera a su oficina. Voilà. Aquí estoy.

—Así, sin más —dijo con
escepticismo.
Entrecerró los ojos y la estudió con
intensidad como si estuviera
intentando arrancarle la piel para ver
lo que tenía dentro de la cabeza.

—Pedro tenía razón. Trabajar en La
Pâtisserie era echar a perder mi
educación y todo el dinero que te has
gastado para que fuera a la
universidad. Me sentía cómoda en la
pastelería y quizá me daba miedo
salir al mundo real. Este trabajo me
da la oportunidad de tantear el
terreno.

La expresión de Gonzalo se suavizó.
—Si querías un trabajo, ¿por qué no
viniste a mí? Sabes que yo me habría
ocupado de ti.

Paula eligió sus palabras
minuciosamente, porque no quería
que sonaran desagradecidas. Quería a
Gonzalo con locura. Él había sacrificado
mucho por ella y, aun así, había sido
capaz de montar una empresa de
mucho éxito mientras lidiaba con una
hermana mucho más pequeña.

—Quería hacer esto yo sola —le dijo
en voz baja—. Sé que tú me habrías
dado un trabajo. Y quizá no es que
sea muy diferente a que Pedro me
haya contratado. Estoy segura de que
todo el mundo dirá lo mismo que si
hubieras sido tú, que soy la hermana
pequeña de Gonzalo Chaves y esto es
un nepotismo en su máxima
expresión. Además, no podría
trabajar para ti y lo sabes. — Paula le sonrió con picardía—. Nos
mataríamos al segundo día.

Él se rio entre dientes.
—Quizás, es posible. Pero solo
porque eres muy cabezota.

Ella sacudió la cabeza.
—Yo no soy cabezota. Mi forma de
hacer las cosas siempre es mejor.

—Por cierto, me alegro mucho de
verte, peque. Te he echado de menos
en California.

—Y esa es la razón por la que me vas
a invitar a cenar mañana por la
noche —le dijo echándole cara.

Él hizo una mueca.
—¿Puede ser pasado mañana? Fabricio y
yo tenemos este asunto por medio,
que es parte de la razón por la que
hemos regresado antes de lo previsto.
Tenemos una cena con los inversores.
Un plan de lo más aburrido y habrá
un montón de peloteo.

—De acuerdo, pues quedamos para
cenar pasado mañana —le dijo—. Y
no te vas a librar.

—Por supuesto que no. Es una cita.
Después del trabajo, ve a casa a
cambiarte, si quieres, y te recogeré
en tu apartamento.
Entonces frunció el ceño.
—Por cierto, ¿cómo te organizas para
ir y venir al trabajo?

Ella tuvo mucho cuidado para que su
voz pareciera informal, como si fuera
perfectamente normal que Pedro le
proporcionara transporte.

—Pedro manda un coche a recogerme
y luego me lleva a casa.
Por supuesto, obvió el hecho de que
la mayoría de las veces se iban del
trabajo juntos y de que estaba
pasando algunas noches en el
apartamento de Pedro. Ahora que
Gonzalo había vuelto, tendrían que ser
mucho más cuidadosos. A su hermano le
daría un ataque si se enterara de lo
que estaba pasando a puerta cerrada
entre ella y Pedro.

Gonzalo asintió.
—Me parece bien. No quiero que
camines sola o cojas el metro. —
Comprobó su reloj y entonces volvió
a mirarla—. ¿Sabes a qué hora tiene
previsto volver? Y ya puestos,
¿sabes dónde leches está? Pensaba
que su agenda estaba libre hoy.

—Él, eh… se fue con su padre. No sé
con seguridad cuándo volverá, o si
volverá.

Gonzalo hizo otro mohín por la
contrariedad.
—No digas más. Esa es una situación
jodida.

Y Gonzalo no sabía ni la mitad.
Entonces alargó la mano para
alborotarle el pelo.
—Dejaré que vuelvas al trabajo. Es
duro trabajar para Pedro. Espero que
sepas en lo que te estás metiendo. A
lo mejor te tendríamos que haber
puesto a trabajar para Fabricio. Tiene
una enorme debilidad por ti.

Ella se rio.
—Estaré bien. Deja de preocuparte.
¿No tenéis tú  a nadie más
a quien molestar?

—Sí, inversores —murmuró —.
Cuídate, peque. Estoy deseando que
llegue nuestra cena. Tenemos mucho
de lo que ponernos al día.

Justo en el momento en que salió de
la oficina, ella se hundió en
su silla, llena de alivio. El pulso le iba
a mil por hora; entonces se echó
hacia delante y se llevó las manos a
la cara. Había ido mejor de lo que
había esperado.

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Llegó Gonzalo! Que pasara ahora???
Gracias x leer!
@soyletipauliter

P/D: PYP SE CASARON!! WIII QUE FELICIDAD. <3

6 comentarios:

  1. Siiiiii se casaron ♥♥ me encanto los capitulos subi mas por fa!!!!

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  2. Buenísimos los 3 caps!!!! Cada vez más interesante esta novela.

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  3. Mmmm me parece que a este secreto le queda poco tiempo...mimiroxb

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  4. Muy buenos los caps!!! Jajaja unas ganas de cacheter al papa de pedro y cn respecto a gonzalo..mmm nose que puede pasar!
    @nadiaa2012

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  5. Se esta poniendo muy buena la novela, veremos q se entera Gon con los chismes de oficina...

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