domingo, 21 de septiembre de 2014

Capitulo 102

Paula se preocupó e inquietó
mientras esperaba que Pedro volviera
a casa. Desvió la mirada hacia el reloj
incontables veces; los minutos
pasaban con una lentitud
insoportable.

¿Qué es lo que había hecho? ¿Cómo
podría siquiera pensar que podía
hacerse cargo del asunto? ¿Había
hecho lo correcto al decírselo?

Estaba cansada y le dolía muchísimo
la cabeza. Ya había acudido al
botiquín para coger
ibuprofeno, pero nada parecía aliviar
el dolor que palpitaba en sus sienes y
en la base de su cuello.

Entonces oyó pasos en la entrada, y
ella se incorporó corriendo del sofá y
se encontró con Pedro justo cuando
este entraba en el salón.
Se lanzó a sus brazos y él la abrazó y
pegó a su pecho mientras ella no
hacía más que acurrucarse contra él.

La impulsó hacia arriba y ella enrolló
las piernas alrededor de su cintura y
se agarró con fuerza a sus hombros.
Pedro le colocó las manos en el
trasero para mantenerla bien arriba y
la miró fijamente a los ojos.

—¿Estás bien? —le preguntó en voz
baja.

Ella asintió.
—Ahora que estás en casa, sí. He
estado muy preocupada.

Él la llevó hasta el sofá y se sentó con
ella aún a horcajadas encima de él. Le
dio un beso y luego le apartó el pelo
que tenía en la frente.

—Todo está bien. Quiero que confíes
en que será así. Charles no volverá a
ser un problema para nosotros. Te lo
prometo.

La preocupación se reflejó en sus
ojos y ella frunció los labios.
—¿Qué has hecho?

—Él y yo solamente hemos llegado a
un entendimiento mutuo —dijo
con bastante calma—. Se acabó,
Pau. No te volverá a molestar.

Fue entonces cuando ella bajó la
mirada hacia su mano, hacia el
rasguño que tenía en los nudillos y la
piel ligeramente enrojecida, como si
se hubiera limpiado la sangre pero no
lo hubiera hecho por completo.

Paula volvió a mirarlo a los ojos
con el ceño fruncido.
—¿Qué has hecho, Pedro?

—Te puso las manos encima —dijo,
cortante—. Con esa ya es la segunda
vez que lo ha hecho con la intención
de hacerte daño.

—Si presenta cargos contra ti, te
arrestarán —le dijo con tristeza—. Y
entonces todo saldrá a la luz. No
merece la pena que te metan en la
cárcel por él.

Un pequeño gruñido se hizo eco en
su garganta.
—Por ti todo merece la pena. Moriría
por ti. Y por supuesto que iría a la
cárcel para evitar que un gilipollas te
haga daño.

Impresionada como estaba por sus
vehementes palabras, Paula solo
pudo quedársele mirando con total
confusión. La esperanza que se
apoderó de ella fue intensa y
abrumadora, le llegó directamente al
corazón e inundó sus venas de una
calidez completamente reconfortante.

Las lágrimas emborronaron su visión
y amenazaron con caer por sus
mejillas.
Levantó la mano herida de Pedro y
depositó un beso en sus nudillos.

Él suavizó su mirada, le rodeó la
mejilla con la mano y la acarició
suavemente por encima del mentón.
—Hay algo más que quiero tratar
contigo, Pau.

Ella podía sentir el cambio en su voz.
Estaba un poco más inseguro, y, aun
así, las palabras sonaron igualmente
firmes y llenas de determinación.
—¿Qué?

—Creo que deberíamos contarle a
Gonzalo lo nuestro.
Paula abrió los ojos como platos
por la impresión.
—No tiene por qué saber detalles
exactos. Pero corremos el riesgo de
que nos descubran todo el tiempo.
Estoy cansado de pretender que no
significas nada para mí. Tú vives
asustada porque llegue a descubrirlo
y por lo que pueda pasar con nuestra
amistad o con tu relación con él. Si
quitamos ese miedo de en medio,
entonces ya no tendrá poder sobre
nosotros. Podrá enfadarse al
principio, pero lo superará.

Paula soltó el aire que había
cogido de forma irregular. Esto era…
bueno, era algo enorme. ¿Pedro
quería hacer pública su relación? No
se atrevía siquiera a pensar en lo que
eso significaba. No se podía permitir
leer nada entre líneas, asumir que era
algo más que simplemente eliminar
una fuente considerable de
preocupación mientras buscaban
mantener su relación en secreto.

—¿Pau? ¿Estás de acuerdo?
Ella parpadeó y volvió a enfocar la
visión en Pedro. Vio la determinación
grabada en su rostro, así que,
lentamente, asintió.

—¿Cuándo? —le susurró.

—Cuando vuelva a la ciudad. Se
supone que debe estar de vuelta el
lunes o el martes. Le diré que tengo
algo importante que discutir con él.

—De acuerdo —aceptó mientras el
pulso se le aceleraba.

—Ahora, tras habernos quitado todo
eso de encima, y con el asunto de
Charles ya solucionado… —dijo
Pedro.
Le tocó el rostro y luego hundió la
mano en su pelo para acariciarla con
dulzura.
—Quiero que pasemos el fin de
semana juntos sin preocuparnos por
nada más que lo que nos plazca.
Pediré la cena, y tendremos una
bonita velada junto al fuego y
veremos la lluvia volverse nieve o
aguanieve.

Pau suspiró y se inclinó hacia
delante para rodearle el cuello con
los brazos.
—Eso suena genial, Pepe. Es el fin de
semana perfecto.

Pedro mantuvo a Paula vigilada
durante todo el fin de semana. Aún
mostraba signos de preocupación y
ansiedad, así que hizo todo lo que
pudo para distraerla cuando era
obvio que no paraba de darle vueltas
al asunto de Charles. Él no tenía
ninguna duda de que le había dejado
más que claro al hombre lo que
pasaría y de que este no iba a volver
a ser ninguna amenaza para ella.

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4 intensos Caps!
Se vienen cosas importantes!! Atentos!
Ultima semana de novela!
Gracias x leer!

COMENTEN!!!
SOY @LETIPAULITER

4 comentarios:

  1. Cada vez más linda esta novela!!!! Me encanta!!!

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  2. Q bueno q ella confio en el y le contó...y q hayan decidido blanquear su relación con gonzalo..mimiroxb

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  3. Me fascinaron! Buenisimos!!! Me encanta como el le cuida! Mas amor❤❤
    @pepepauoli

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